domingo, 28 de septiembre de 2008

citas eucaristicas

Presencia Real y Substancial
de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía





Si alguno negare que en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo y, por tanto, Cristo entero, sino que dijere que sólo están en él como en signo o en figura, o por su eficacia, sea anatema (Concilio de Trento).

Lo que nosotros no podemos, lo puede el Señor. Jesucristo, perfecto Dios y perfecto Hombre, no deja un símbolo, sino la realidad: se queda Él mismo. Irá al Padre, pero permanecerá con los hombres. No nos legará un simple regalo que nos haga evocar su memoria, una imagen que tienda a desdibujarse con el tiempo, como la fotografía que pronto aparece desvaída, amarillenta y sin sentido para los que no fueron protagonistas de aquel amoroso momento. Bajo las especies del pan y del vino está Él, realmente presente: con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad (J. Escrivá de Balaguer).

Es preciso adorar devotamente a este Dios escondido: es el mismo Jesucristo que nació de María Virgen; el mismo que padeció, que fue inmolado en la Cruz; el mismo de cuyo costado traspasado manó agua y sangre (J. Escrivá de Balaguer).

¿Por qué tratas tú irrespetuosamente al sacramento tremendo? ¿No sabes que en el momento en que el sacramento viene al altar se abren arriba los cielos y Cristo desciende y llega, que los coros angélicos vuelan del cielo a la tierra y rodean el altar donde está el santo sacramento del Señor y todos son llenos del Espíritu Santo? […]. Por eso vosotros, sacerdotes, vosotros los ministros y los dispensadores del santo sacramento, acercaos con temor, custodiadlo con ansia, administradlo santamente y servidle con esmero (Juan Mandakun).

Esto que hay en el cáliz es aquello que manó del costado, y de ello participamos (San Juan Crisóstomo).

El Cristo eucarístico se identifica con el Cristo de la historia de la eternidad. No hay dos Cristos, sino uno solo. Nosotros poseemos, en la Hostia, al Cristo de todos los misterios de la Redención: al Cristo de la Magdalena, del hijo pródigo y de la Samaritana, al Cristo del Tabor y de Getsemaní, al Cristo resucitado de entre los muertos, sentado a la diestra del Padre [...].

Esta maravillosa presencia del Cristo en medio de nosotros debería revolucionar nuestra vida [...]; está aquí con nosotros: en cada ciudad, en cada pueblo [...] (M. M. Philipon).

http://www.archimadrid.es/movimientoseucaristicos/arpu/paginas/Citas.htm#3

sábado, 13 de septiembre de 2008